Una cruda realidad

- Y yo que creía que todo iba bien...
- ¿Bien de qué? No entiendo nada.
- La que no entiende nada soy yo. Qué pena que no pudieras venir anoche
- Lo sé, no me lo recuerdes porque me moría de ganas de ir. ¿Qué pasó?
- Que desapareció un buen rato
- Mujer, estaría hablando con alguien, tú ya sabes como es él... No creo que sea tan grave.
- No sé, ¿tú crees que será eso?
- Seguro, mujer seguro. Él te quiere.
- Ya, pero... Es que no dejo de darle vueltas
- ¿A qué?
- A que cuando volvió olía a perfume.
- ¿Pero qué dices? Saludaría a alguna chica o algo...
- Estuvo mucho rato fuera y llegó oliendo a perfume, su ropa y todo. ¿No te parece raro?
- No seas paranoica.
- No lo soy, de verdad. Te digo yo que olía a perfume y mucho, además. Te podría decir hasta cuál es.
- A ver, ¿cuál?
- El tuyo

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