Momentos

Condujo su automóvil hasta aquella vetusta calle que cada vez le resultaba más conocida. No aparcó lejos de su destino,pero tardó en quitar la llave del contacto, la música sonaba a través de los altavoces. "Y con tanto y con tan poco se hizo grande la ilusión. Se acercaron las distancias, dejamos clara la intención de ser todo lo que somos, los dos en uno y uno en dos".

Subió pesadamente las escaleras, escalón tras escalón, con tranquilidad pero con nerviosismo de volver a verle. Hablaron después de días sin verse. No había olvidado aquel sonriente rostro en ninguno de los días que habían estado separados. Era imposible olvidarlo. Eran, como rezaba la canción, dos en uno y uno en dos. Y cuando llegó ese momento, un tierno abrazo dejó al descubierto aquello que los unía. No era necesario aquel gesto, sin embargo, no siempre las palabras salen por la boca.

Equívocas dudas

"Ragazza bella!", exclamó una alegre voz al otro lado. En aquel momento desaparecieron todas las dudas de aquel día.

Verde

Había cogido una silla de madera, algo incómoda para sus intenciones, pero igualmente se situó con los ojos cerrados bajo el sol, semitumbado. Ella apareció tras la puerta y lo observó, se había quitado la camiseta y también las zapatillas. En silenció se acercó para abrazarlo. Él, al sentirla abrió los ojos y ella sólo pudo mirarle fijamente. Su mirada era más verde que nunca.

Llamada

Sonó su teléfono pero no le hizo falta mirar quién era, su melodía lo decía todo. O eso creía. Cuando oyó aquellas palabras no pudo evitar sentir cosquilleo en el estómago. "Sólo te llamaba para darte un beso".

Tranquila realidad

Cuánta falta le hacía la tranquilidad. Casi no era consciente de ello cuando descubrió que en la soledad de la calle, sentado sobre un pollo de obra y mientra esperaba, tuvo apenas un minuto para pensar sobre sí mismo. Y sobre ella.
Había llegado a su vida cual tornado que arrasa las casas de los terrenos que asola, pero muy lejos de la destrucción que éstos generaban, en él había causado una reconstrucción de su vida cuando menos tranquilidad quería. Pero ya no tenía mucho que hacer, estaba preso de aquello y no le costaba reconocer que aquel torbellino de pelo moreno, de poca altura y de sonrisa permanente, había cambiado su concepción del mundo hasta el momento. Todo había cambiado. Hacía pocas horas su discurso era el contrario. Ahora, sentado mientras esperaba, se dio cuenta que era justo lo que necesitaba. Y pensando en lo orgulloso que estaba de aquella decisión, su tranquilidad se esfumó y volvió a la realidad.

Estilos

Nunca pensé que un estilo pudiera acelerarme el corazón como lo hace el tuyo.

Sonrisa con palabras

Si algo me gusta de ti es que siempre que hablas, sonries.