Un juego ¿de niños?

Como en un inocente juego infantil donde los años pasan sin darse cuenta jugando a ser mayores, el tiempo se les echó encima y no se percataron.
Cierto es que ya no eran ningunos niños, esa tierna edad la habían dejado atrás hacía bastante ya. Habían crecido y lo habían hecho a base de hacerse daño. Todo por jugar. Un tentador juego que trataba de herirse para no reconocer que su corazón latía porque el otro estaba enfrente.
Todo aquel juego tuvo tanto poder en ellos que ahora gobierna sus vidas. Sin embargo, no de la manera deseada. Unas vidas serias, independientes y elegidas libremente que se esfuerzan en modelar día a día. Pero, en cambio, unas vidas que se vuelven del revés en cuanto el otro aparece.
Y es que siempre serán como Peter Pan en el País de Nunca Jamás. Volarán cuando sus miradas se crucen y hablen por sí mismas, sin hacer falta palabras. Y vivirán cuando sus sonrisas hagan latir de nuevo un corazón parado por una vida que no quieren.
Ellos siempre serán aquellos dos niños cuando se junten porque hay algo que los une y jamás podrá separarlos. Porque siempre se tendrán. Aunque no lo sepan.

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