Regreso

Volví. Al mismo lugar. A la misma hora.
No estaba.

La noche

Miré sus ojos oscuros, casi como un profundo pozo, antes de cerrar los míos y darle un último beso décimas de segundo antes de dormirme en sus brazos. Pocas horas después, al despertar, me percaté de que sobre mi cadera seguía reposando su mano y que no nos habíamos movido ni un solo centímetro. Su boca continuaba pegada a la mía por el último beso del día anterior, que se convirtió en el primero de aquel día.

Viaje

- He pensado algo, quizás lo encuentres algo descabellado...
- Dime.
- Me gustaría que hiciéramos un viaje. Sí un viaje. Al fin del mundo, los dos solos. Sin maleta. Volando. En un submarino o en bicicleta. Pero los dos.
- ¿Y dónde ves el problema?

Futuro

Sintió una fuerte presión en el pecho y la respiración entrecortada. Hacía ya varios días que no se veían, sin embargo ella siempre pensaba en ellos en cualquier lugar, a pesar de que nada tenía ya sentido. Todo parecía haber tomado una envergadura radicalmente opuesta a la prevista. A pesar de ello, era consciente de lo que se le podía avecinar.
Cuando logró poner en orden sus ideas, no pudo más que sonreir. Decidió que todo valdría la pena. Al menos quiso convencerse de ello.
Lo tenía consigo de la manera más inesperada, como símbolo de algo que existió. Un vínculo que, por encima de cualquier cosa, les recordaría a ambos aquello que un día tuvieron.
Al fin y al cabo, volvería a mirarle, aunque fuera con otros ojos, posiblemente de su mismo color cacao. Podría ser que volviera a sonreírle de esa manera tan pícara y atractiva, aunque el marco fuera otra boca, incluso, volvería sentir sus brazos buscándola para estrecharla contra él, aunque tardarían en rodearla de la misma manera. Sin duda, todo valía la pena.

Vuelta atrás

Volvería a vivir aquel día continuamente, sin dudarlo ni un segundo, sólo si cuando el cielo ya no pudiera ser lo más parecido a la boca de un lobo y la luna se aliara con el destino, volviera a conocerlo.

Perdida

Deambulé por mi casa sin rumbo, con los pies en el suelo y la cabeza en las estrellas. Estaba como perdida en un sueño. Sin embargo, la realidad me zarandeba continuamente diciéndome que ya había despertado.

23

No nos importará ...
No lo hará ...
Levántate, ponte a andar,
no vuelvas a mirar atrás,
hazte escuchar, escúchame,
ya nadie nos podrá parar.

No lo hará nunca más,
lo que ellos digan dará igual,
tú y yo, sin temor,
tan diferentes, tan iguales,
tan inocentes y a la vez culpables.
El odio se aprende,
eso parece que nadie lo entiende.

Amargo

Notó un ligero sabor salado. Nadie le había dicho que el pasado no era dulce.

Evidencias

Nada es lo que parece hasta que se hace evidente.

El recuerdo

El recuerdo volvió a mostrarle su peor cara y le demostró que no era tan inmortal como pensaba.

Las llaves de un futuro inexistente

Observó cómo separaba las llaves del llavero y le tendía la mano que la sostenía.
- Espérame en casa. Cuando salga de trabajar iré.
Ellá las cogió y las observó sin dejar de pensar en sus palabras: 'en casa', la casa que ambos compartían de vez en cuando. Tenía la oportunidad de esperarlo ansiosa después de ver la tele y dormir varias horas, pues él llegaría de madrugada. Sin embargo él notó sus dudas y ella se arrepintió poco después, pero ya era tarde.
Ese momento nunca sucedió. Nunca volvió a repetirse. Y nunca volverá.

Una cruda realidad

- Y yo que creía que todo iba bien...
- ¿Bien de qué? No entiendo nada.
- La que no entiende nada soy yo. Qué pena que no pudieras venir anoche
- Lo sé, no me lo recuerdes porque me moría de ganas de ir. ¿Qué pasó?
- Que desapareció un buen rato
- Mujer, estaría hablando con alguien, tú ya sabes como es él... No creo que sea tan grave.
- No sé, ¿tú crees que será eso?
- Seguro, mujer seguro. Él te quiere.
- Ya, pero... Es que no dejo de darle vueltas
- ¿A qué?
- A que cuando volvió olía a perfume.
- ¿Pero qué dices? Saludaría a alguna chica o algo...
- Estuvo mucho rato fuera y llegó oliendo a perfume, su ropa y todo. ¿No te parece raro?
- No seas paranoica.
- No lo soy, de verdad. Te digo yo que olía a perfume y mucho, además. Te podría decir hasta cuál es.
- A ver, ¿cuál?
- El tuyo

Un juego ¿de niños?

Como en un inocente juego infantil donde los años pasan sin darse cuenta jugando a ser mayores, el tiempo se les echó encima y no se percataron.
Cierto es que ya no eran ningunos niños, esa tierna edad la habían dejado atrás hacía bastante ya. Habían crecido y lo habían hecho a base de hacerse daño. Todo por jugar. Un tentador juego que trataba de herirse para no reconocer que su corazón latía porque el otro estaba enfrente.
Todo aquel juego tuvo tanto poder en ellos que ahora gobierna sus vidas. Sin embargo, no de la manera deseada. Unas vidas serias, independientes y elegidas libremente que se esfuerzan en modelar día a día. Pero, en cambio, unas vidas que se vuelven del revés en cuanto el otro aparece.
Y es que siempre serán como Peter Pan en el País de Nunca Jamás. Volarán cuando sus miradas se crucen y hablen por sí mismas, sin hacer falta palabras. Y vivirán cuando sus sonrisas hagan latir de nuevo un corazón parado por una vida que no quieren.
Ellos siempre serán aquellos dos niños cuando se junten porque hay algo que los une y jamás podrá separarlos. Porque siempre se tendrán. Aunque no lo sepan.

El orgullo del caos

El caos parecía haberse apoderado casi totalmente de su vida. Es más, así se sentía.
Un suave sonido captó su atención y de inmediato se fijó en la pantalla del ordenador que estaba sobre el desordenado escritorio. Había un mensaje instantáneo. 'Hola', decía. Y detrás una cara sonriente.
Ella en cambio no sonrió. Se quedó mirando la pantalla pensativa. Segundos después, con aire decidido, cerró el mensaje y se marchó.
Así le dijo adiós, cuando realmente quería decir 'lo siento' o, posiblemente, 'te quiero'.
Maldito orgullo, que hace perder oportunidades.

Charlas, charlas y más charlas

Las manecillas del reloj seguían girando sin que ellas pudieran hacer nada más que mirarlas y poner los ojos en blanco. El tiempo pasaba y nada podían hacer. Sólo esperar. Y charlar. Tras casi dos horas, les tocó el turno.
Se sentaron alrededor de una pequeña mesa, algo apretadas, pero nada importaba. Siguieron charlando. Y riendo. Cuando salieron pasearon por las oscuras calles peatonales de la zona. Charlaron. Y rieron. Y vivieron.
Al final encontraron 'su' lugar. El lugar que disfrutaría de ellas aquella noche. También charlaron.
Y es que, por más años que hace que se conozcan y todos los que quedan por pasar, siempre tienen algo que contarse. Y siempre lo tendrán.

Caminos

Ella pensó que aquello era una bendición. Él, que esta vez todo sería diferente. Fue como una bocanada de aire fresco para dos vidas ahogadas en una callejón sin salida.
Juntos anduvieron un trecho de su camino. Separados volvieron a ser los que eran antes, los dueños y señores de un sendero desconocido.
Ahora siguen andando con una remota esperanza de que algún día sus caminos vuelvan a cruzarse.

Un sueño de verano

- ¿Recuerdas cómo empezó todo?
- Con una imagen.
- ¿Y cómo siguió?
- Con muchas palabras
- ¿Y qué más?
- Ilusión
- ¿Y después?
- Con un sueño
- ¿Con un sueño?
- Sí, con su sueño.
- ¿De qué iba, te lo contó?
- Yo iba vestida de blanco y estaba en una especie de laboratorio. Él entró y me trajo la comida. Se sentó en uno de los bancos y me miraba trabajar mientras yo me sonrojaba y sentía un cosquilleo por la espina dorsal. Entonces fijé la mirada en él y él me miró a los ojos. Mientras me lo contaba yo le pregunté si tenía los ojos claros. Él no supo responderme.
- ¿Y después?
- Nos vimos de verdad, lejos del más allá que proporcionan los sueños. Con el tranquilo sonido de las olas del mar de fondo. Era casi de madrugada. Estábamos algo nerviosos. Y me respondió sobre mis ojos claros.
- ¿Nada más?
- Mucho más. El sueño parecía que se hacía realidad.
- ¿Y después?
- Otro sueño de verano.