El ritmo de la vida

Tarareaba alegremente, inconsciente de que estaba forjando su destino. El destino de sus sentimientos. Después todo cambió.
Lloró tarareando la misma melodía a solas en su casa.
También pensó con esa banda sonora de fondo cuando la soledad le abrumaba.
Varias risas también se le escaparon mientras escuchaba esas notas y al final siempre acababa pensando de nuevo, o llorando a ritmo de aquella canción.
Sólo le quedaba gritarlo. Iba a hacerlo. Como si de un concierto se tratase, en pocas horas podría hacer sentir al mundo todo lo que había llorado y volver a hacerlo. Volver a pensar y empezar a reír. A sentir. A vivir. A ritmo de la música.

No hay comentarios:

Publicar un comentario